CUIDADO CON LAS MALAS COMPAÑIAS...
Sofronio, virtuoso ciudadano romano, tenía una hija muy hermosa, llamada Eulalia, y ésta le pidió permiso para visitar a la mundana Lucina. --No puedo permitírtelo --dijo el padre. --¿Me crees demasiado débil? --replicó la hija indignada. Sofronio cogió un carbón apagado y pidió a su hija que lo tomara en la mano, pero ésta vacilaba en hacerlo. --Cógelo, hija mía, no te quemarás. Obedeció Eulalia, y la blancura de su mano se vio inmediatamente manchada. --Padre, hay que tener cuidado para manejar carbones --dijo de mal humor. --Es verdad --dijo el padre solemnemente --porque aunque no queman, tiznan. Y lo mismo ocurre con las malas compañías y conversaciones. 1 Corintios 15:33: No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. pastorjosuealamilla.blogspot.com